No puedo hablar
De muertos vestidos,
Con la tristeza de sus deudos.
No puedo hablar
De las bóvedas y sus glaciares,
Que subastan telarañas
Deshabitadas.
Ni de las sombras
Que dominan las flores,
Ya secas, Ya deshuesadas
O de poderosos e impotentes bostezos,
Fraguados por la in-acción.
No puedo hablar de eso.
Me voy a limitar a vivir,
Hasta que mi cuerpo
(O lo que quede de el)
Sea quien hable
De la lenta caravana,
Con fúnebres solarios.